Alberto Núñez Feijóo huele sangre: los audios de Cerdán parecen escritos por un spin-doctor del PP. Sin embargo, el líder conservador se ha negado por tercera vez a activar la herramienta que, en teoría, finiquitaría la legislatura: la moción de censura. El domingo, ante 3 000 simpatizantes en Málaga, exigió “elecciones ya” y anunció un “pleno anticorrupción”; acto seguido, Vox le emplazó en X: “Registre la moción y tendrá nuestros 33 escaños”. Feijóo respondió con calma gallega: “No vamos a regalarle una foto al PSOE; esto no va de desahogos de un día”.
Las cuentas de la vieja
PP | Vox | Coalición exigida | Faltan |
---|---|---|---|
137 | 33 | 176 | 6 |
170 escaños suman PP y Vox; necesitan seis votos que solo podrían venir de Junts o el PNV. Génova teme dos imágenes demoledoras: la del PP mendigando a la ultraderecha –foto letal en Bruselas– o, peor, la del PP arrodillado ante Waterloo para conseguir los votos de Puigdemont. Los barones territoriales se dividen:
- Ala Ayuso-Bendodo: “Presentemos igual; la derrota fotografía el colapso de Sánchez”.
- Ala Feijóo-Maroto: “Una derrota nos retrata como bisoños y coloca la agenda en manos de Vox”.
Mucho ruido, poca propuesta
Mientras exige regeneración, el PP bloquea la renovación del CGPJ, rehúsa limitar las donaciones opacas y descarta una comisión sobre su propia financiación regional. La página de programa social está todavía en blanco: housing, salarios, fiscalidad justa… ni rastro. El partido prefiere el desgaste gota a gota: ruedas de prensa diarias, toneladas de titulares y dejar que el PSOE se cueza a fuego lento.
La mirada desde la izquierda
El progresismo haría mal en fiarlo todo a la catástrofe ajena. Sin agenda redistributiva –salario mínimo por encima de la inflación, parque público de vivienda, recaudación sobre grandes patrimonios– el hastío ciudadano puede virar a la abstención o, peor, hacia la ultraderecha. Regenerar es imprescindible; reactivar esperanza social, vital. Solo así se obliga al PP a enseñar un modelo que hoy es pura incógnita.