«Cuando saco a alguien del mar, no pregunto de dónde viene; pregunto si aún respira» — Miguel Ruiz, patrón de Salvamento Marítimo (Palma de Mallorca)
El amanecer del 3 de junio dejó cinco cuerpos maniatados en la arena de Cala Saona, Formentera. Tres semanas después, la cifra asciende a nueve cadáveres en todas las Baleares y decenas de desaparecidos en la ruta argelina. Mientras los titulares hablan de «oleada» y «crisis», la estadística oficial del Ministerio del Interior revela una paradoja: los delitos caen un 2,8 % interanual pero el miedo crece exponencialmente.
La escena resume la encrucijada de la España de 2025: ¿cómo conjugar la obligación moral de salvar vidas con la presión política de reforzar fronteras?
El shock balear y la respuesta institucional
La presidenta autonómica, Marga Prohens, exigía el 10 de junio «una intervención integral del Estado» tras describir las islas como «frontera sur desbordada». El Gobierno central replicó con el traslado urgente de 150 agentes y la apertura temporal de un módulo de primera acogida en Ibiza, con capacidad para 300 personas.
Pero la solución de emergencia no es sostenible. Según el Informe Caminando Fronteras 2025, el 68 % de las muertes en la ruta argelina se producen a menos de 50 millas náuticas de las costas españolas.
«La política de contención mata a cámara lenta» — Helena Maleno, fundadora de Caminando Fronteras.
El Reloex, una reforma que llega tarde… y corta
El Reglamento de Extranjería (Reloex), en vigor desde el 20 de mayo, reduce el arraigo social de tres a dos años, estrena un «arraigo por formación» y amplía la reagrupación familiar hasta los 26. Sin embargo, las ONG denuncian cuello de botella: apenas 1.200 funcionarios para tramitar 330.000 expedientes atrasados.
El secretario de Estado de Migraciones, Jesús Javier Perea, defiende que «la regularización es la mejor política de seguridad» y promete un plan de digitalización que recortará los plazos a la mitad antes de 2026.
Europa mueve el tablero
El Pacto Europeo de Migración y Asilo, ratificado definitivamente el 14 de mayo de 2024, obliga a un screening fronterizo exprés y a cupos de reubicación o contribuciones de 20.000 € por persona no aceptada. España parte con ventaja (historial de solidaridad), pero afronta 2026 con dos deberes: reformar la Ley de Asilo de 2009 y multiplicar por dos la red estatal de acogida.
«El pacto es un avance, pero delega demasiado en terceros países» — Marie De Somers, EuroMed Rights.
Seguridad vs. Derechos: la agenda de la derecha y la izquierda
Los partidos conservadores exigen «hotspots» cerrados y más expulsiones exprés. La coalición de gobierno (PSOE–Sumar) contraataca con datos: cada euro invertido en integración ahorra 1,6 € en vigilancia, según un estudio de FUNCAS.
La extrema derecha atiza cada rescate como prueba del «efecto llamada». La izquierda plantea la ecuación contraria: sin vías legales, las mafias prosperan.
Temporeros: la precariedad invisible
A 900 kilómetros de Formentera, en los invernaderos onubenses, 80.000 temporeros sostienen la exportación de frutos rojos. El nuevo Plan Dignidad (20 M€) promete reemplazar chabolas por albergues, pero alcaldes denuncian falta de financiación para servicios básicos (agua y transporte).
La socióloga Olivia Méndez lo resume: «No hay seguridad si aceptamos mano de obra sin derechos».
¿Qué funciona? Datos frente a titulares
- 97 % de las personas rescatadas solicitan asilo o arraigo antes de seis meses.
- El coste anual de mantener un CIE es de 48 €/interno/día frente a 32 € en un recurso de acogida con formación.
- Solo el 0,8 % de los expedientes policiales incluye a una persona sin permiso de residencia como autor.
La ciencia social es clara: invertir en papeles y vivienda da más seguridad que patrullar con drones.
Conclusión: ¿blindaje o acogida inteligente?
España encara 2025 con la oportunidad de convertirse en referente de seguridad humana: regularizar, abrir vías legales y reforzar salvamento. Elegir el viejo mantra del muro significaría más muertos flotando en la costa balear… y menos democracia flotando en nuestra conciencia.